miércoles, 20 de junio de 2012

TALENTO (1)

-Cuando tenía once años, sencillamente me volví bueno.
Bobby Fischer- Undécimo Campeón Mundial de Ajedrez.
Por Garry Kasparov:
               Existen tantas razones para el fracaso como para el éxito; es imposible hacer generalizaciones globales. El triunfo o el fracaso de cada jugador tiene sus propias causas. El más controvertido de todos ello es esa presa tan elusiva llamada "talento". Todos conocemos historias de precocidades de este tipo y, en general, solemos aceptar que tales individuos nacieron con dones especiales. 
-Mozart, componía sinfonías a los 5 años.
-Pascal, escribía teoremas geométricos en las paredes de su cuarto de juegos a los 12 años.
-Reshevsky, se exhibía se exhibía de marinerito, y vencía a salas repletas de jugadores adultos por todo Europa a los siete años. Lo examinaron exhaustivamente psicólogos buscando el origen de sus milagrosas capacidades increibles para su edad.
-Capablanca, aprendió a jugar a los 4 años con sólo ver jugar a su padre y seguidamente rivalizar a jugadores expertos.
Aun así, esos extraordinarios talentos necesitan una oportunidad para desarrollarse. Así pues, el debate de la genética contra la educación no tiene una solución tan fácil. Si el padre de Mozart hubiera sido pintor en lugar de músico, ¿conoceríamos hoy día a Mozart?
No todo el mundo tiene tanta suerte, pero podemos contribuir muchísimo a crear nuestra propia fortuna, e intentar adecuar nuestras habilidades a nuestra profesión. El problema es que cuando llegamos a la edad adulta, raramente ponemos a prueba nuestros recursos, y sin esa comprobación es imposible descubrir nuestras cualidades. Si no hemos tenido dicha oportunidad en la infancia, podemos tenerla en la madures. Podemos buscar fórmulas para experimentar y comprobar dónde esta el límite de nuestras capacidades en diferentes áreas.

IDENTIFICAR LAS PAUTAS EN NUESTRA VIDA.- Dicha experimentación es fundamental, dado que muy pocas actividades requieren cualidades en un solo terreno. Un concertista de piano ha de tener: destreza física, además de un buen oído y sentido del ritmo.  La mayoría de los casos requiere un conjunto similar de habilidades. Pensemos lo que se necesita para ser un buen gerente, un buen general, un buen padre.  El ajedrez no es una excepción a esta regla, y para destacar es necesario una síntesis del desarrollo del talento y los conocimientos adquiridos.  Entre las cualidades innatas importantes, yo citaría la memoria y la fantasía.   
Es verdad que para ser un gran jugador de ajedrez hay que tener buena memoria, pero es mucho más difícil explicar qué es lo que hay que recordar exactamente. ¿Modelos? ¿Cifras? ¿Posiciones?
-Philidor, jugó dos partidas simultáneas sin ver el tablero y se le consideró un genio en su época.
-Najdorf, jugó la mayor exhibición de ajedrez a ciegas con 45 tableros simultáneos, es decir 1'440 piezas por controlar, logrando +39,-2,=4 quienes por supuesto jugaban viendo el tablero.
Najdorf tenía una espectacular "memoria ajedrecística". Esta capacidad permite un cálculo rápido y mayor visualización en posiciones similares que nos aventaja a quienes no tienen experiencia.
La memoria puramente rutinaria es mucho menos importante que la habilidad para reconocer las pautas esenciales. debemos poseer un grado de autoconciencia, esencial para el éxito. Al final de cada jornada diaria preguntarnos, ¿qué lecciones hemos aprendido para el mañana?.

EL PODER DE LA FANTASÍA.-  "Tal no mueve las piezas con la mano, usa una varita mágica"-GM Viacheslav Ragozin- preparador del Excampeón del mundo Mijail Botvinnik.
Pensar más allá de los límites. De la noche a la mañana, el pensamiento lógico, deductivo y convencional se convirtió prácticamente en un pecado.  Fue como si hubiéramos rechazado esas anteriores virtudes, y de pronto todo el mundo tuviera que estar en contra de la ortodoxia si no quería ser considerado un dinosaurio. La ilusión con la creencia de que el pensamiento inductivo y la creatividad podían reemplazar, en lugar de completar, los principios y la lógica.
El novelista francés Anatole France escribió que:"para conseguir grandes cosas, debemos soñar tanto como actuar".
En el ajedrez, el nombre que recibe el tipo de imaginación que permite romper con los patrones habituales y amedentrar a nuestros rivales es fantasía.  Se produce cuando dejamos que nuestra mente se distancie del cálculo de variables, e imagine las posibilidades ocultas de la posición.  A veces podemos descubrir una idea paradójica que va contra todas las reglas, pero que, gracias a una confluencia de factores única que se produce en ese preciso instante en el tablero, nos da la victoria.

LA FANTASÍA PUEDE DISIPAR LA NIEBLA.-  Mantener la mente abierta es muy difícil en un juego que depende tanto de las pautas y la lógica. Para inspirarnos, podemos recurrir a aquellos grandes jugadores que buscamos sistemáticamente formas originales para sorprender a sus rivales: Alekhine, Tal, Fischer, Kasparov, Shirov, Carlsen, etc.

DESARROLLAR EL HÁBITO DE LA IMAGINACIÓN.-  La fantasía no es algo que se pueda poner en marcha con un interruptor.  La clave para estimularla está en atenderla siempre que sea posible, y dejar que florezca nuestra faceta menos ortodoxa.  Cada uno desarrolla sus propios mecanismos para invocar a sus musas.  El objetivo es que se convierta en algo inconsciente y continuo, de modo que la fantasía este siempre activa.  No se trata de ser un inventor con un destello ocasional de creatividad, sino de innovar constantemente nuestro proceso de toma de decisiones.
Joseph Wilson, Director de Xerox y Haloid Company, dirigiéndose a los nuevos empleados: "No queremos hacer las cosas con los viejos métodos de siempre. De manera que, puesto que están aquí, espero que estén dispuestos a que el cambio sea su modo de vida. Mañana no harán las cosas de la forma en la que las hacen hoy".
Confieso que yo mismo soy un animal de costumbres, así que me cuesta mucho esfuerzo seguir ese consejo.  En el tablero siempre intenté dejar que mi mente vagara, que ignorara de vez en cuando la niebla de las variables y asestara una puñalada mental en la oscuridad.  En un contexto competitivo, esos movimientos, más allá de los límites o más allá del tablero, tienen el beneficio añadido de sorprender completamente al adversario.  El tiempo que ha invertido pensando en nuestro movimiento ha sido prácticamente un tiempo perdido, pues el escenario de la partida ya ha cambiado.  Es más que hacer un buen movimiento, un movimiento objetivamente potente.  Los movimientos con una carga extra de fantasía pueden hacer que tus competidores se sobresalten y cometan errores.

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